sábado, 5 de septiembre de 2009

Gargantas del Chardal

El sábado día 5 de septiembre teníamos programado hacer el descenso de las Gargantas del Miraval, un barranco muy acuático, bonito y bastante transitado...

Al llegar el jueves y ver que solo estábamos 3 personas apuntadas no dimos cuenta de que el otoño ya lo tenemos encima y no hay muchas ganas de mojarse, es por eso que decidimos buscar alguno menos conocido, a si surgió la idea de hacer el barranco Chardal.

En el valle de Gistain, en concreto en el pueblo de Sin, se encuentra este barranco “salvaje”.
Con quince rapeles, el agua blanquecina debido a la continua erosión de la piedra por la corriente y un coche, si un coche dentro del barranco nos pareció bastante interesante de conocer...

Llegamos sobre las nueve y cuarto a Sin con un día perfecto con sol, almorzamos y nos encaminamos al barranco por una senda que poco a poco va desapareciendo y siguiendo monte a través lleguemos a la cabecera; con los cuatro primeros rapeles un poco expuestos avanzamos por este cañón, bastante abierto y con orientación sur entra el sol y nos hace abrir el neopreno y en alguna ocasión buscar el chorro de agua...

Después de ocho rapeles pasamos por debajo del puente de la carretera y dos rapeles mas abajo lo vemos; un 2cv que un día cayó allí y alguna riada lo encajonó en la cabecera de un rapel..
Con el tiempo el río se lo ha ido tragando y poco a poco empezó a ser parte del barranco.. Ahora camuflado como si fuera roca asoma n los trapecios con alguna rueda y la parte trasera, pero difícilmente reconocible..

Curioso... pero tenemos que seguir y rapel a rapel llegamos al final del barranco por debajo del pueblo. Un camino que cruza el río nos lo indica y después de sacarnos los neoprenos y ordenarnos las mochilas volvemos.. Subimos hasta Sin, un pueblecito curioso con una escuela que después de no tener alumnos como ha pasado en tantos pueblos del pirineo sobrevive convirtiéndose en albergue...

Ya en el coche a las dos mas o menos, nos dirigimos al mesón de Salinas a comer, tomarnos nuestra merecida cerveza y después de despedir a Juan Carlos nos quedamos esperando a nuestros amigos de alpinismo para unirnos a ellos y acampar en Francia en un bonito pantano a 2.200 m de altitud, de donde partirían a la mañana siguiente a hacer tres 3.000, Mario, que es un valiente y no se pierde ni una participó en las dos actividades...

Un fin de semana de montaña, un fin de semana redondo.


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