sábado, 17 de diciembre de 2011

SENDERISMO: El Huevo y la Peña de San Cosme.

Aprovechando el día de la Constitución, una vez más un nutrido grupo de montañeros y montañeras del Club Montisonense ha tomado rumbo a nuestro patrimonio natural que es la Sierra de Guara, para reencontrarse con la gente y con el monte más agreste y salvaje.

Hace algo mas de un año ya visitamos esta zona, pero ahora se trata de partir desde la parte alta, pues desde Aguas nos dirigimos a la pista que nos llevaría al embalse de Calcón; antes de llegar, otra pista nos lleva al paraje denominado “La Tejería”, que es un cruce de caminos dentro de una finca privada, al este del embalse de Vadiello.

Dejamos los coches y nos vamos al norte siguiendo una pista de tierra que comienza en suave ascenso, para pronto iniciar un descenso virando hacia el pantano que ya vemos al fondo. Tenemos ante nosotros un bello panorama de la parte más vertical de los alrededores, unas paredes imponentes ya en la distancia y de telón de fondo los Mallos de Ligüerri, casi tan espectaculares como los de Riglos.


No nos dejamos de sorprender de la belleza que hay adonde se mire, pero seguimos con ganas ya que sopla algo de viento y no es cuestión de enfriarse, pronto encontraremos un cartel indicador de una senda al Huevo de San Cosme. La tomamos ascendiendo de nuevo en largas lazadas hasta encontrar una parte más llana al borde de un denso carrascal. Nos adentramos en él, es realmente bello ya que los troncos presentan una cobertura de musgo, se dice que a veces presenta un aspecto “encantado” con colgajos de musgo desde las ramas ya que este lugar está encajonado entre peñas y resguardado del viento.




Ahora descendemos pasando varias carboneras en desuso, hasta ponernos en la misma base de una gigantesca mole de roca de conglomerado; se trata del llamado “huevo” por su forma tan curiosa como irrepetible. Quién sabe qué fenómenos geológicos y atmosféricos pueden ser capaces de crear tan singular peñasco, escondido entre montañas y bosques de enorme belleza.


Como desde su base no podemos verlo entero, nos volvemos sobre nuestros pasos y subimos a un amplio rellano que permite disfrutar, ahora sí, de una panorámica completa del Huevo de San Cosme y del carrascal maravilloso de su falda. Hacemos la foto de rigor y continuamos deshaciendo lo andado hasta salir del carrascal.



Como el camino al Huevo es breve y cómodo, echábamos en falta algo más de actividad y nos dirigimos a la Peña de San Cosme, a la que nos aproximamos viendo al sur un abismo tremendo, la senda está poco marcada y no es frecuentada, ¿porqué?. Pues pronto tenemos la explicación: después de llanear entre el bosque y la cortada, descansamos a resguardo del viento en una zona soleada y tenemos delante el Paso de Nartesa, una cornisa nada apropiada a quienes tengan un mínimo vértigo, equipada con una cuerda a modo de ferrata y que por su especial ubicación asusta con solo verla.


El senderismo nada tiene que ver con este tipo de pasos tan aéreos, así que hacemos un alto y, fuera del programa, advertimos al grupo que se hace un paréntesis mientras los más osados y entrenados subiremos a esta cima bajo nuestra exclusiva responsabilidad.

Hechas las necesarias advertencias, diez de los dieciocho que formábamos el grupo nos disponemos a pasar, una vez el paso fue inspeccionado por los montañeros más experimentados.

En sí el Paso de Nartesa no es en absoluto difícil, pero el riesgo del mismo reside en nuestras mentes, tan poco entrenadas a veces en estas situaciones. Unas cabras asilvestradas se amontonaban en las cornisas asustadas por el numeroso grupo de senderistas, trepando por los riscos y murallones sin ninguna dificultad. En cierto momento se encontraron acorraladas, salvando la situación por pasos inverosímiles, que solo verlos ponen los pelos de punta.

Entretanto nosotros nos sujetamos a la cuerda de modo que, uno a uno y sin complicación, fuimos pasando la cornisa y rodeando el paredón para trepar por escalones de conglomerado y alcanzar la cima sin excesivas dificultades.



Desde el alto tenemos un panorama grandioso e imponente, pocas veces se puede disfrutar como lo hemos hecho hoy teniendo enfrente el Pico Borón y los Mallos en todo su esplendor. El Huevo, visto desde arriba, no tiene nada que ver pero parece una isla sobre el carrascal. ¡Hurra! Lo hemos conseguido.




Hecho este exceso regresamos con el grupo que nos esperaba para bajar a las numerosas ermitas en diverso estado de conservacion, una de ellas incluso dispone de fuente propia y un rincón a modo de merendero. La más grande de ellas llamada también de San Cosme, está restaurada pero se encuentra cerrada al público pese a su inaudita y privilegiada ubicación.



El regreso lo hacemos por el barranco, para tomar la pista de Vadiello a La Tejería y finalizar la mañana con tiempo de ir a comer a nuestras casas. Estamos ya a las puertas de actividades plenamente invernales y el ánimo lo tenemos por las nubes.


Club Montisonense de Montaña – Senderismo.