domingo, 16 de junio de 2013

Ascensión al Pico Aneto

La clásica de las ascensiones para cualquier club de Montaña en Aragón, es sin duda alguna el Aneto, techo del Pirineo y cumbre de Las Maladetas. Situado en el parque Natural Posets-Maladeta, lo que más llama la atención de esta montaña es el glaciar de más de 100 hectáreas de su cara norte, el más grande de todo el Pirineo y por el que deberemos pasar en la ruta desde el Refugio de La Renclusa. 

No hace falta decir que nuestros glaciares son cada vez más escasos, y que cada día que pasa puede ser uno menos que disfrutar de esta maravilla natural. Un buen motivo para que el Club Montisonense eligiese esta vía de ascenso, aderezada por la generosa primavera que ha cubierto los hielos perpetuos de abundante nieve; La entronización de la Virgen del Pilar en la cima del Aneto ha sido además una bonita coincidencia por si nos faltaban motivos.



Así pues, siete montañeros y una montañera partimos de Monzón la calurosa tarde del 15 de junio hacia Benasque, siguiendo la carretera hasta los Llanos del Hospital y llegados a este bellísimo lugar mira por donde encontraríamos la primera dificultad: el deshielo está siendo tan fuerte que ha inundado literalmente el valle, formando un precioso lago en donde antes había un prado; Ya que no podíamos seguir por carretera, dejamos los coches junto al Plan d’Están viéndonos en la sana obligación de cargar un poco antes las mochilas a la espalda y, con cierta prisa por llegar al refugio a cenar, tomar la senda de invierno que sorteará neveros y barranqueras hasta alcanzar el lugar donde reposar antes de la “batalla”. Mil metros más arriba, las erizadas cumbres relucían al atardecer mientras nos daban la bienvenida.

A 2.140 m. de altitud, el guarda de La Renclusa Antonio Lafón y todo el grupo nos acogieron como siempre con el buen ánimo que les caracteriza. Es un lugar donde se respira ambiente montañero, donde todo el mundo tiene algo que hacer y el tiempo pasa deprisa. Así que el domingo día 16 de junio nos dimos el necesario madrugón y a las 5,30 ya estábamos colocándonos los crampones a la puerta del refugio. Enseguida las luces de los frontales se encienden, y como si fuesen una hilera de luciérnagas van trazando el camino; unos al Pico de La Maladeta, otros al Aneto… es el momento de sudar la camiseta, de no pensar más que en dosificar las fuerzas y tener el ánimo a tope para luego poder disfrutar.




El amanecer nada frío nos trajo algunas nubes y alguna ráfaga de viento, pero eso no nos preocupaba; pasamos el Portillón (2.900 m.) antes de dos horas bajando unos metros hasta la larga traza de nieve pisada que atraviesa el glaciar, y cada cual luchando como podía le fuimos ganando terreno al glaciar, bajo las crestas imponentes del pico Maldito y sin perder la mirada de la montaña que preside el fondo del circo.

Como siempre, el último trecho llamado “revientachulos” es el punto en que se decide cuándo valemos y qué queremos de nosotros mismos. Las laderas inclinadísimas no son obstáculo, hemos venido para llegar a lo más alto, a disfrutar de la inmensa panorámica del techo de los montes malditos que tan temidos fueron antaño y que ahora, a las cuatro horas escasas de ascensión, tenemos delante mismo de nuestras narices.




El Puente de Mahoma, que Albert de Franqueville en la primera ascensión al Aneto (año 1.842) bautizó como el estrecho paso para llegar al Paraíso, fue el último punto que puso a prueba nuestra tenacidad y sobre todo, nuestro valor montañero. Cada cual a su manera, agarrados al duro granito dimos ese último paso, el que nos permitió a nosotros y a un buen número de montañeros y montañeras conquistar el Aneto y bajar con la sonrisa en la cara, con la felicidad de haber compartido esos momentos, y la sensación de que cuando has estado en un sitio así, siempre lo querrás, respetarás y cuidarás.

Club Montisonense de Montaña

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