domingo, 7 de julio de 2013

Lac Redon desde el "Espitau de Viella"

Un total de once personas participaron este fin de semana en la actividad de senderismo, programada en un lugar bastante desconocido para los montisonenses, como es el Valle de Arán.


Partimos a las 7 de la mañana desde Monzón en dirección a la Alta Ribagorza, siguiendo el valle del río Noguera Pallaresa llegaremos a Arén, Pont de Suert, y en casi 140 km.y dos horas de coche nos plantamos en las inmediaciones de la boca sur del Túnel de Viella. Dispuestos a disfrutar de la alta montaña y huyendo de la calor del valle aparcamos junto a los edificios del llamado “Espitau de Viella”, antiguo hospital y ahora refugio de montaña.

Todos y todas teníamos ganas de hacer ejercicio así que siguiendo la conocida ruta del GR-11 que se dirige hacia el Parque Nacional de Aigües Tortes, comenzamos nuestra andada rodeados de prados donde abunda la hierba fresca y multitud de flores. Por encima de las praderas prosperan tupidos bosques de hayas, pinos y gigantescos abetos, y aún más arriba mirando al este se alzan las enormes crestas de la Sierra de Molar Gran, afilada y tremendamente alta.

Nuestro destino no eran esas cumbres todavía bien engalanadas de blancos neveros, sino una ruta mucho más modesta; siguiendo el GR-11 comprobamos que este tramo es bastante dificultoso por estar lleno de rocas que había que sortear. Lo mismo ocurría con las caudalosas barranqueras que salvamos como podíamos. Mención aparte merece nuestro compañero Javier, quien pese a ser invidente disfrutaba de cada detalle del recorrido al sentir la fresca brisa de la montaña, el olor de los pastos y eso sí, el agua corriente cuyo gracioso ruido tiene algo de especial que hace que andar sea menos pesado. Su confianza hacia el grupo demuestra una vez más que quien quiere, puede.


Poco a poco ganamos altura sobre el valle rebasando algunos pinares y hayedos, también destacan algunos ejemplares de abetos gigantescos; de repente la senda da un brusco giro y se dirige completamente al norte, en busca de un collado por el que se accede al Lac Redon; nada más llegar la sorpresa fue grande al comprobar que persiste el hielo flotando en sus aguas, y que los grandes neveros de sus laderas no se han fundido. Sin duda que ver este paisaje siempre resulta muy emocionante, incluso para los que estamos más acostumbrados.

Sentados en la hierba junto a las gélidas aguas, sin pasar ni pizca de calor, comimos nuestro bocadillo y reimos un rato incluso jugamos con los témpanos de hielo que flotan hasta la orilla. ¡Quien diría que es verano!

Nuestra intención de no haber tantísima nieve hubiese sido llegar un poco más lejos. Pero hemos hecho un importante desnivel y, no llevando material adecuado, lo mejor es retornar sobre nuestros pasos y acabar así alegres y felices la jornada.

Ya en los coches, comprobamos que éste lugar es ideal para venir con la familia a pasar el día, y lo guardamos en nuestro recuerdo para, si hay ocasión, repetir una excursión como ésta.

Club Montisonense de Montaña - Senderismo